jueves, 26 de enero de 2023

02 - Cuando el Señor te llama a reflexionar - José Falcón

Este es el segundo escrito de una serie, clic aquí para ver el índice.

Cualquiera podría decir que esto se trata de un cuento más, uno de los tantos que ya existen, pues bien, dejame decirte que no. Tengo que escribirlo y que quede en registro de lo que me está tocando vivir a mis cuarenta y cuatro años de edad.

Estoy internado en la unidad de cuidados intensivos coronaria del hospital de Río Grande en Tierra del Fuego, y no es que nunca pensé que iba a pasar por algo así, uno sí se imaginaba que esta etapa la podría vivir, pero mucho más adelante, y con una edad un poco más avanzada.  A veces la vida te sorprende, dicho que es lo más típico que podríamos decir. Al margen de esto puedo confesar que si hoy me encuentro escribiendo y contando esta historia es porque Dios así me lo permite.

Estoy en mi octavo día de internación y el Señor me sigue hablando por todas partes. Y dejame confesarte que el Señor sí utiliza a terceros para hablarte y darte el mensaje. En mi caso muy concreto lo hace con uno de los médicos que está a cargo de la guardia de la unidad coronaria donde me encuentro internado. 

Lo hizo desde el primer día y hoy, lunes nueve de enero lo volvió hacer y estoy convencido de lo que me dice. No voy a exagerar porque estoy tratando de ser lo más responsable con lo que cuento y digo, quiero que por sobre todas las cosas, prime la verdad y siempre la verdad. Este doctor, el primer día que llegue a terapia se acercó y me dijo: «¿ya sabes cómo están las cosas no?». A lo que yo respondí: «Sí, doctor, me lo dijeron». Y él me contesta: «Es bastante complejo lo tuyo; con lo que dice el informe, vos no sé cómo estás acá, cualquier otro en tu lugar no llega para contarla, y si vos estás acá, es por algo, alguien quiere que vos estés acá». Debo confesar que estas palabras en principio no me hicieron analizar bien el mensaje, pero conforme pasaron los días lo iba comprendiendo más y más. 

Hoy, transcurrido ya más de una semana, sentado y hablando con Dios me doy cuenta de que él me habla, me habló desde el primer día que llegué y aun hoy, a varios días de estar internado, lo sigue haciendo; ya sea a través del doctor, de una enfermera, a través de los hermanos de la congregación, del anciano o sus hijos. Verdaderamente es tan magnifico y gratificante poder estar así, tener esta hermosa sensación de estar como castigado en un aula donde el maestro lo hacía y te mandaba a la esquina del salón. 


Volviendo a mi problema, tengo muchas dudas por así decirlo; pero, lejos de todo esto, estoy convencido de que el Señor está obrando en su divina voluntad, además de estar dándome un mensaje, una oportunidad o simplemente esperando a que acepte mis errores. Que, claro que los acepto, y confieso que si hoy estoy pasando por esta situación es por algo bueno y porque el Señor me está hablando. 

Cuesta aceptar, pero cuando lo hacés sentís paz en tu vida y en tu corazón, y es por esa etapa por la que estoy pasando. Esta mañana el médico, creo que de apellido Serra, me vuelve a decir que lo mío era delicado por lo que dice el informe y que estaban analizando hacia dónde me van a derivar. Claro que acepto esta decisión y también con ansias estoy esperando que se pueda dar el día del traslado, además de eso anhelando que pueda ser a Buenos Aires por el hecho de que allá voy a tener más cerca mi familia para que me pueda acompañar.

Por la tarde viene nuevamente el médico y me dice que están viendo y analizando que se me pueda repetir el estudio que ya me han realizado. Debo confesar que cuando me había dicho todos los problemas que descubrieron en mi  corazón, pensé en algún momento que sería bueno volver a repetir el estudio, mínimo para estar seguro de todo lo que vieron en mi corazón. Ese pedido, quizás exagerado y mental que tuve, hoy me lo confirma el doctor, pero tengo que aclarar que van a repetir el estudio no porque no sea seguro el primero, sino porque desean hacer algunas comparaciones y cerrar algunas dudas. Esta noticia me dejo mucho más tranquilo aún.

Ya por la tarde me trajeron lo que había solicitado de mi casa, algo de ropa y la máquina de cortar el pelo. Tengo que gastar mi tiempo en algo, y más allá de leer la palabra del Señor, también quiero hacer algo más, distinto, para poder distraer algo mi mente. Bueno ahora solo me queda esperar y seguir esperando en la voluntad de Dios, sé que este tiempo el Señor lo está usando con un propósito seguro, y yo, sólo estoy dispuesto para aceptarlo y comprender que, si vamos al Señor, tenemos asegurado un lugar distinto y verdadero, sin maldad, sin dolor ni sufrimiento. Gracias Señor Jesús por lo que hacés en mi vida, y sea tu voluntad. Amén.