¿Será que la música apesta, que los servicios son huecos, que las iglesias enarbolan banderas de "orgullo" y han reemplazado la presencia real del Espíritu Santo con una máquina de niebla?
La popularidad/número de algún grupo religioso no dicta la veracidad de su religión. Aunque en algún momento Jesús tuvo multitudes escuchándolo, en varias ocasiones las multitudes lo dejaron, y hasta sus mejores amigos lo dejaron solo. Él no necesita grandes grupos congregados. Que vengan todos los que quieran venir, pero con que seamos dos o tres ya es suficiente para que él esté en medio nuestro.
Por otro lado, la superficialidad de muchas denominaciones es evidente, repulsiva y es bueno señalar y condenar la práctica que no busca la autenticidad sino la emulación de la experiencia religiosa.
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Foto subida por Kristijan Arsov a Unsplash.