sábado, 15 de octubre de 2022

En Defensa del Activismo Digital

Especialmente en el mundo en que vivimos, donde hay que tomar ciertas responsabilidades para ser agentes que no sólo no sean seducidos por el bando contrario, sino que puedan orientar a otros a encontrar los bienes. Hacer "cultura", como dirían ahora, y promocionar el bien; porque el que no recoge, desparrama.


Si tuviéramos que convencer a algún desconocido que quisiera simpatizar, que admitiera la superioridad moral de nuestra causa, un adyacente a lo nuestro, alguien que no está desparramando... Tal vez apelaríamos a la necesidad numérica, dado lo desigual de la lucha por la atención de los ojos de la humanidad, porque en los números (probabilísticamente) hay victoria. Luchar contra esto requiere de un compromiso en el que cada grano de arena cuenta. Recurriríamos a la imagen del luchador que ha descubierto al enemigo contra el cual merece la pena agotar todo recurso hasta la muerte, aunque no hayan prospectos de victoria, porque por más improbable que sea la victoria, siempre está como posibilidad. Atacar el pie que nos aplasta a muerte aunque sea con una cuchara que tengamos a mano y sea lo último que hagamos es noble, heroico y admirable.

La imagen épica puede parecer irreal porque es difícil de ver. No estamos en una situación así. El mundo sí, pero nosotros no; y sin embargo hay muchos que están en peligro, a los que queremos salvar lo más posible de corrupción, y encaminarlos para que se sumen a nuestro lado, al de la vida, de la bondad, la verdad, la belleza. Y esta batalla no es una desesperada de tres minutos, es más bien una guerra milenaria, en la que nosotros formamos parte, en la que queremos utilizar y establecer sistemas, filosofías y estrategias que permitan la lucha más allá de nuestro momento de vigor personal. Ganar las almas de la generación próxima, para que busquen hombres fieles que sean capaces de sumar también a otros.

Es una guerra en la que se vuelca la vida, cada momento. Una en la que hay un conflicto que se vuelve amable porque combate al peor de los entes y la más perversa ideología. Entonces debe lucharse en cada instante, incluso en los momentos de reposo y recreación. Y aquí está el concepto que creo que es innovador aclarar en la cultura de la que formo parte. 


Momento de Reposo y Recreo

El sabio se recrea en la sabiduría. Pero asignamos sólo carácter de utilidad a ciertas horas clave del día en las que hacemos algo estimado como bueno, justo, redituable, etcétera. Un tercio del día dormimos, otro trabajamos (por dinero, digamos), y el otro tercio queda para administrarlo según queramos. ¿Qué hacemos con el resto del tiempo en el que no comemos, aseamos nuestra casa o persona? Es decir, esas series que vemos, esas películas, los libros que leemos, la música que escuchamos...

Porque lo hacemos, consumimos productos aparentemente "seculares" y reconocemos que son cosas agradables mientras no rompan la línea de lo moral y/o ético. Esto es porque reconocemos valores buenos intrínsecos que se manifiestan incluso en los casos en que no mencionan a Dios directamente. Sucede en la misma Biblia, habiendo en ella un libro en el que nunca se menciona a Dios, ni por nombre ni por título. Tal puede suceder con una obra orquestal no lírica de Bach o Beethoven, en las cuales se oye armonía, belleza, propósito loable, aunque no se lo mencione de nombre o título al creador, porque no hay letra en la pieza.

El disfrutar de las cosas de este mundo, estando nosotros en Cristo, es bueno. El querer disfrutarlas como forma de independencia de él, es malo.

Involucrándose

Hay que ganar los momentos de reposo y recreo para Cristo, de manera consciente, sabia y amable. Hay que involucrarse en la actividad. Todos pueden colaborar. Y adecuaremos siempre nuestra actividad a nuestros días, aunque eso signifique hacerlo por internet.

Hay cierta moda que menosprecia la actividad en internet del que sólo actúa en internet. Pero no creo que sea sabio hacer esto. Hay que ser activistas, guerreros del teclado, aunque eso sea lo único que se haga. Tal vez es lo único para lo que uno tiene energía.

La parábola de los talentos sirve para ilustrar esto. A veces se usa la expresión talento para mencionar un tipo de don divino, un set de virtudes, algo innato, que nos permite hacer producciones destacables. Pero el talento de la parábola era literalmente metal, plata. Encontrar algo valioso que otro haya hecho y compartirlo, especialmente cuando en ese "compartir" no implica que mi porción de disfrute disminuya, es obligatorio, lo contrario es condenable.

Por último queda decir que aunque el avance de nuestra causa es imparable y nuestra victoria es inevitable ¿me hallará el día de la victoria como un enterrador de talentos o como alguien que intentó al menos hacer algo con lo que tuvo a mano?