(Ayer en Proverbios capítulo 2: "...Entonces entenderás el temor de Jehová...")
Hoy, en Proverbios 3:
No seas sabio en tu propia opinión;
Teme a Jehová, y apártate del mal...
No menosprecies, hijo mío, el castigo de Jehová,
Ni te fatigues de su corrección;
Porque Jehová al que ama castiga,
Como el padre al hijo a quien quiere.
Entonces andarás por tu camino confiadamente,
Y tu pie no tropezará.
Porque Jehová será tu confianza,
Y él preservará tu pie de quedar preso.
-Versículos 7, 11, 12, 23 y 26
El temor (terror) en principio viene al pecador al contemplar el castigo eterno que le espera (el infierno); se alivia recién cuando descubre a Cristo, quien "llevó nuestros pecados sobre el madero". El que es hijo no teme como antes el castigo, porque ahora Dios le ama y esa disciplina no es para destrucción, sino para edificación. Por eso Juan dice, "el amor hecha fuera el temor". Pero aunque sabemos que el castigo de parte del Padre es positivo, es solamente porque soluciona algo negativo previo: nuestra falla, que debe ser corregida.
Es por eso que seguimos temiendo el castigo del Señor, pero esta vez desde la práctica del "alejarnos del mal", ya que no queremos pecar y nos anticipamos a no hacerlo, fortalecidos con la confianza en Jesucristo y según su visión. No como antes, que buscábamos pecar, e íbamos de mal en peor, creyéndonos (ciegos y engañados) que nuestros caminos eran derechos.
